sábado, 7 de abril de 2012

Pequeño milagro en la iglesia ortodoxa rusa




Hace unos días en la página oficial de la Iglesia Ortodoxa rusa apareció una foto del patriarca Kirill I muy curisosa. Si bien en la imagen el lider religioso no usaba reloj, en la superficie de la mesa se reflejaba un costoso reloj suizo marca Breguet de U$S 30.000. El patriarca, que para la iglesia ortodoxa rusa es el equivalente al Papa de la Iglesia Católica, dijo en una entrevista posterior al escándalo que nunca había usado un reloj como ese y que todo debía ser parte de un truco, a pesar de que en la página oficial de dicha iglesia ya se había subido la foto original.
Los responsables de comunicación adjudicaron el grosero "photoshopeo" a los editores de la web por lo que llamaron un "error técnico" y agregaron que serán "seriamente castigados".
La iglesia rusa ha sido fuertemente cuestionada en los últimos años por amplios sectores de la opinión pública rusa, adjudicándole un inmenso crecimiento de su poder económico e influencia en el gobierno y en áreas claves como la educación o la justicia. El patriarca Kirill I a hecho campaña abiertamente en las últimas elecciones anunciando su apoyo a Vladimir Putin.
En base a: New York Times y BBC
gracias a @zgabros

miércoles, 28 de marzo de 2012

El ego de los fotógrafos de prensa


Integrantes de una pandilla posan en una cárcel de Manila (Libro Manila Ed. Gran Sol, 2005)

En un reportaje publicado en la web quesabesde.com el multipremiado fotógrafo español Ricky Dávila dice que le "repugna la falsa épica del fotógrafo audaz que tan de moda parece estar"

Es muy buena la diferenciación que hace Dávila entre el fotoperiodismo y el documentalismo, definiendo a este úlitmo como el trabajo fotográfico que representa una realidad determinada, sin la restricción de tiempo y de tema que impone la mecánica del fotoperiodismo, con asignaciones, fechas límite y posterior edición, muchas veces no condicionada al ojo de un editor gráfico porque después de todo, "¿quién no puede opinar y hasta elegir una foto?". Robert Redford en un reportaje reciente hace una disquisición similar entre el periodismo en todas sus formas y la realización de documentales, marcando a éstos como los herederos del verdadero periodismo de investigación.

De esa falsa épica a la que se refiere Dávila, que tanto tiene que ver con el ego hay decenas de ejemplos, pero seguramente el más notorio sea el de Kevin Carter y su icónica foto del niño con el buitre detrás.

De todos modos en lo que no estoy de acuerdo con Dávila es cuando él dice que el documentalismo no cambia el mundo. Por supuesto que lo cambia en por lo menos tres direcciones. Cambia al fotógrafo por haber elegido un determinado sujeto de interés alineando temas y situaciones detrás de una idea, cambia a los fotografiados cuando sienten que alguien perpetuará su imagen, la muestre o no la muestre, y finalmente cambia al espectador de esa foto al abrile la cabeza hacia el conocimiento de otra realidad y al convertirlo en agente de transmisión hacia otros de la representación de la que fue testigo.

El fotorreportero fotografía de la misma forma que un músico crea. Primero lo hace para sí casi como una compulsión. Luego eligirá la forma en que lo muestre. O no.

Gracias a Fernando @fer317

sábado, 24 de marzo de 2012

La tapa racista de la revista Hola y la respuesta de la revista Soho, en Colombia



En 2011 la revista Hola de Colombia publicó una muy polémica tapa con las mujeres de la familia Zarzur, una de las más poderosas de ese país, que parecía más una ilustración medieval que una foto moderna. A pesar del posterior pedido de disculpas de la familia y de la revista los ejemplares fueron distribuidos con el cosecuente daño a una sociedad donde, al menos el 20% de la población tiene ascendencia negra.
Un año después, cuando las aguas se habían aquietado la revista masculina Soho recordó el traspie de Hola publicando una foto que parodiaba aquella de las mujeres Zarzur, con cuatro consagradas modelos colombianas como protagonistas, Vanessa Parra, Yésica Paola Montoya, Belky Arizala y Diana Mina.
Daniel Samper, director de SoHO dijo en twitter: “En tu cara, @Holacom http://t.co/qTjDQiXg”
Vía Clases de Periodismo

martes, 7 de junio de 2011

Iroshima, 60 fotos inéditas rescatadas de la basura

Hiroshima: Ground Zero 1945 from ICP on Vimeo.

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Después que Estados Unidos detonó la primera bomba atómica en Hiroshima el 06 de agosto 1945, el gobierno de Truman restringió la circulación de imágenes que mostraran los efectos mortales de la bomba. El gobierno envió 1.150 militares y civiles, fundamentalmente ingenieros y arquitectos a la ciudad, entre ellos siete fotógrafos a registrar la destrucción, como parte de un plan estratégico llamado "Survey Physical Damage Division". El objetivo del estudio que duró dos meses era fotografiar y analizar metódicamente el impacto de la bomba atómica en diversos materiales de construcción que rodeaban el lugar de la explosión, la primer "Ground zero". Más de 800 de aquellas fotografías fueron publicadas en un informe secreto de tres tomos titulado "Los efectos de la bomba de Hiroshima, Japón" que se convirtió en la biblia del Gobierno estadounidense para la construcción de ciudades en los años que siguieron. El informe sugería que para que las grandes ciudades fueran más resistentes a un ataque nuclear era necesario trasladar las fábricas a distritos pequeños,para que ante un eventual ataque, no se desintegrara la capacidad de producción del país.
Además, proponía reforzar los edificios con acero y cemento armado y construir búnkeres en sus sótanos. Muchos de esos edificios son todavía hoy parte del paisaje urbano estadounidense y el símbolo de "protección anti radiación nuclear" en las entradas indica sus características de "edificio a prueba de bomba".
Las fotos fueron desclasificadas en la década de los sesenta, se conservaron durante años en el sótano de uno de los ingenieros que elaboró el informe gubernamental y estuvieron a punto de ser pasto de las llamas en un incendio en el que pereció aquel ingeniero. Su hija las tiró a la basura, un joven las rescató, pero después perdió parte de ellas. Las encontró el dueño de un restaurante en la calle en Watertown (Massachussets) en 2000 y con la ayuda de un amigo localizó a su último dueño, organizó una exposición modesta e ignorada y finalmente, en 2006, se convirtieron en parte de la colección del Centro Internacional de Fotografía de Nueva York (ICP). Ahora este centro les devuelve su descorazonadora importancia y realiza hasta el 28 de agosto en su sede neoyorkina una exposición de éstas imágenes prohibidas. La misma incluye alrededor de 60 fotografías, seleccionadas entre más de 700 imágenes pertenecientes a la colección del ICP.
Fuente: Centro Internacional de Fotografía de Nueva York Diario El País de Madrid

sábado, 7 de mayo de 2011

"Más allá del deber", el libro

En marzo de 2010 presenté al Ejército un proyecto para documentar en imágenes la vida de los soldados uruguayos en las misiones de paz de ONU. Me resultaba curioso que al preguntar en qué consistía el trabajo de los “cascos azules”, las respuestas fueran desde un silencioso alzamiento de hombros a la más clásica de “van a pasar seis meses afuera para poder cobrar la compensación y hacerse la casita”. Del trabajo en sí mismo, poca noticia.

Mi propuesta fue aceptada en el marco de los festejos del Ejército por los 200 años de su fundación.

Tras meses de preparación, en julio viajé a República Democrática del Congo y luego a Haití. Nada de lo que nos digan previamente puede prepararnos para lo que veremos y escucharemos allí. En esos lugares, donde los niños mueren por enfermedades que aquí resolvemos con una aspirina o en los que el canibalismo y los brujos bendiciendo a los soldados son cosas usuales, encontré un grupo humano que más allá de ver las misiones de paz como una posibilidad de agregar una habitación a la casa familiar, trabajan para mejorar las condiciones de vida de la gente, excediendo el mandato de ONU.



lunes, 11 de abril de 2011

Los íconos de la fotografía documental. ¿Y si no son reales, qué?




La fotografía es una representación posible de la realidad. Hasta ahí seguramente todos de acuerdo.
Pero resulta que, hasta los más involucrados en la fotografía documental algún día nos olvidamos de lo creíble, de lo verosímil y queremos que la realidad que otro representó sea eso: realidad. Durante décadas he escuchado a fotógrafos porfesionales repetir hasta el cansancio, por ejemplo que “muerte de un miliciano” es verdadera. Como si ese combatiente en Cerro Murciano no fuera lo suficientemente heroico por haber actuado su propia muerte. Y lo cierto es que sí, la actuó. Y Capa, sin poder saber que su fotografía alcanzaría la estatura de ícono, envió a la revista francesa Vu, para la que estaba trabajando, no solo la foto de un soldado cayendo, sino de dos. Y por la posición de las nubes del fondo es fácil notar que todo fue realizado con pocos minutos de tiempo entre tomas. En un acto casi ingenuo el 23 de setiembre de 1936 la publicación coloca ambas fotos, una arriba de la otra en la misma página. Si no alcanzara la verificación histórica que dice que ese día en Cerro Murciano no hubo combates , basta con mirar la mano izquierda del combatiente. Está hacia abajo amortiguando la caída. Si hubiera recibido un impacto mortal de bala ambas manos estarían hacia arriba o hacia atrás. En 2009 tuve la oportunidad de visitar en Barcelona el estreno mundial de la muestra sobre Capa y Gerda Taro. La exposición fue armada por el ICP (International Center of Photography) de Nueva York y habían elegido la capital catalana para la primera exhibición. Había una habitación dedicada al contenido de la “maleta mexicana” y una sala para “muerte de un miliciano”. Ahí prolijamente se ponían en evidencia todos los argumentos que desarmaban la tésis de que lo que veíamos había sucedido. La pregunta es: ¿Cuál es el problema de que la foto sólo sea verosímil? ¿Cierta o no, hay un mayor ícono de la heroicidad del pueblo español luchando contra el golpe de estado? Pues para los fotógrafos tanto “la niña con el buitre” como la foto de Capa deben ser verdaderas sin darse cuenta que se alejaron de su origen, del momento en que fueron hechas las tomas y se terminaron convirtiendo, una en símbolo del drama del hambre y la otra en la representación de la lucha por la libertad.


Y para desmoralizar un poco más a los puristas, la foto “izando la bandera en Iwo Jima” de Joe Rosenthal, donde se ha dicho que la bandera fue levantada bajo fuego japonés también fue armada. Cuando el fotógrafo ascendió al monte Suribashi con un grupo grande de soldados, de la cima venían bajando unos pocos que ya habían elevado una bandera muy pequeña. Y cambiaron la insignia. Luego se tomaron mutuamente fotos cual paseo campestre.

lunes, 21 de febrero de 2011

La verdad y la mentira detrás de una foto icónica: El niño y el buitre de Kevin Carter


A veces los fotógrafos nos dejamos seducir por la vanidad. Seguramente algo así pudo haberle pasado a Kevin Carter cuando, luego de que en 1993 el New York Times publicara su foto tomada en Sudán de una niña siendo acechada por un buitre, ésta ganara el codiciado premio Pulitzer. Carter, en vez de bajar inmediatamente la imagen a la realidad de esa niña y de su entorno, contando cómo y en qué circunstancias la había realizado, permitió que la carga simbólica de esa imagen justificara el premio. Al pasar el tiempo la presión de la opinión pública mundial fue enorme. El siguió en silencio sobre la verdad y prefirió justificarse en la mentira diciendo: "Es la foto más importante de mi carrera pero no estoy orgulloso de ella, no quiero ni verla, la odio. Todavía estoy arrepentido de no haber ayudado a la niña". La gente interpretaba la actitud de Carter ante la inminente muerte de la niña, como la representación de la indiferencia del mundo hacia esa y todas las hambrunas. Y Carter en vez de apagar el fuego con agua, lo alimentó con combustible. Se lo llegó a calificar como el segundo buitre en la foto. La versión alternativa, la que en definitiva parece más real, la cuenta el reportero gráfico sudafricano João Silva que viajó con Carter a Sudán. Lo cierto es que ellos fueron en un avión que estaba repartiendo alimentos a pueblos en esa región. El vuelo de Naciones Unidas además de comida llevó a los periodistas y sólo estuvieron algo más de media hora en el lugar, lo que duró la distribución. Silva dice que Kevin "estaba bastante sorprendido, puesto que era la primera vez que veía una situación real de hambruna, por lo que hizo muchas fotos de niños hambrientos." João Silva comenzó también a tomar fotografías de niños en el suelo, como llorando, que no se publicaron. Los padres de los niños estaban ocupados recibiendo la comida, por lo que se habían desentendido de momento de los niños, que algunos habían sido dejados por los adultos en el estercolero del pueblo para que hicieran sus necesidades, lugar donde los buitres concurrían a diario a comer la materia fecal. Esta era la situación de la niña (que ahora se sabe, era un niño) de la foto hecha por Carter. "Un buitre se posó detrás", cuenta Silva "para meterlos a ambos en cuadro, Carter se acercó muy despacio para no asustar al buitre, e hizo la foto desde unos 10 metros. Hizo algunas tomas más y el buitre se fue." Para lograr la aparente cercanía el fotógrafo usó un lente teleobjetivo, que altera la perspectiva.

Lejos de esta verdad no dicha en su momento, la gente y muchos periodistas prefirieron completar la historia dramática que Carter había fomentado adjudicándole la causa de su suicidio -acontecido pocos meses después- a la foto en cuestión. En un mundo en blanco y negro todo cerraba perfectamente. No tomaron en cuenta que antes de la famosa foto Carter había hecho otros intentos de auto eliminación. Que su mejor amigo había muerto poco tiempo antes. Que la vida del free-lance nunca fue fácil y menos si se tienen gustos caros como consumir drogas. Ahora un equipo del diario El Mundo investigó, 18 años después de la famosa foto, -alabanza del buen periodismo- y logró desentrañar la verdadera historia. Descubrió que el niño se llamaba Kong Nyong y murió hace cuatro años. Curioso asunto la ceguera, sobre todo en el oficio periodístico. El niño tiene en la foto una pulsera blanca. Esa pulsera es la identificación que el fondo para la alimentación de Naciones Unidas le había colocado para su registro. Eso implicaba que ese pueblo y en consecuencia ese niño estaban siendo asistidos por el organismo internacional. En el video una amiga de Carter dice algo que de tan obvio, lastima: "esa foto probablemente salvó mas vidas que cualquier campaña contra el hambre". A su vez un reportero gráfico español dice que el papel del fotógrafo es documentar, no el de interferir en el rol de los cooperantes que al mismo tiempo están haciendo su propio trabajo. La pulsera siempre estuvo ahí. Sólo había que ampliar la foto, mirar los números de registro y saber la localización exacta del niño. Pero como en un acto de magia, el colectivo social y los periodistas como parte del mismo, solo vieron lo que quisieron ver, hasta que el diario El Mundo hizo lo que se debía.